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730 días sin lluvia, 288 mil millones destinados y 4.151 niños muertos

El Tiempo  |  11 de agosto de 2014 (00:09 h.)
Guajira sin Agua

Una mirada, a través de las cifras, de la desesperanza que se vive en La Guajira. "La Región que muere de sed".

"Juya nos abandonó". La niña que camina por un paraje de Nazareth, Alta Guajira, a 100 kilómetros de Riohacha, se refiere a la lluvia. Cuenta la historia de la sequía de manera sencilla: "No cae ni una gota de agua y no hay comida". Hace dos años que no llueve en esta región.

En este departamento, 35 de cada 100.000 niños menores de 5 años mueren por desnutrición. "A menos lluvias, menos agricultura, por tanto no hay proteínas para alimentar a las comunidades", dice Arturo Molina López, coordinador del proyecto integral para ayudar a 20 comunidades Wayuu a darle productividad a la tierra. El programa que beneficia a 1.590 habitantes desde hace 11 meses, lo lidera la Fundación Alpina en convenio con la Gobernación del Departamento.

Los tres municipios con cifras más complejas en cuanto a desnutrición infantil según el Dane, durante el año 2013, son:Riohacha, en donde murieron 25 niños; en Manaure fallecieron 6; en Uribia, 5.

Realidades que impactan

En Manaure es evidente la desnutrición, que no sólo afecta a los niños. A los adultos se les nota en la caída de sus dientes, y a los menores en la pérdida de cabello o el cambio de color, que por lo general se torna cobrizo y débil.

En Siapana, Uribia, los chicos salen desde las 6:00 de la mañana a cargar las pimpinas con agua. Casi siempre regresan a casa con los recipientes vacíos. En algunas poblaciones de La Guajira hace nueve meses que no llueve, en la parte alta del departamento no han visto caer agua del cielo hace dos años.

Jammu (hambre) es la palabra que más pronuncian los habitantes de Nazareth, ubicado en las faldas de la Serranía de la Macuira. Como no tienen suficiente agua para producir alimentos, viajan a comprarlos a Venezuela, pero las restricciones impuestas por el vecino gobierno encarecieron todo. Un kilo de harina pan que costaba 30 bolívares (mil pesos), ahora se consigue en 100 (3 mil pesos colombianos).

Para proveerse de agua, en la ranchería Wayuu, Jasaliru, sobreviven con la que sacan del primer pozo que construyó el gobierno militar de Gustavo Rojas Pinilla en 1955. En algunas ocasiones, explica el líder José María Urariyu, el agua los ha enfermado, por lo que presentan síntomas como diarrea y vómito.

Ellos cuentan con la suerte de tener cerca el Hospital de Nazareth, muy bien dotado, pero la realidad en materia de salud es adversa en el departamento. Solo hay centros médicos de primer y segundo nivel de complejidad, y cerca de la mayoría de las rancherías no hay sitios para la atención de las comunidades indígenas, para las cuales resulta casi imposible salir a un pueblo a no ser que llegue algún vehículo para trasladarlos. Ir de Siapana a Riohacha puede tomar hasta 8 horas.

Los carrotanques que salen desde la Alcaldía de Uribia tienen que hacer recorridos que pueden durar entre 4 y 7 horas para llevar agua a las rancherías. Cada día, de la planta de tratamiento de agua de este municipio, salen de 40 a 60 carrotanques que buscan mitigar la situación, como se lo informaron autoridades de Manaure a la delegación de la Defensoría del Pueblo que hace un par de semanas visitó el territorio.

Los animales también han sido víctimas del círculo fatal que representa la sequía, según lo dejaron ver los ganaderos en una reunión con el Delegado para Asuntos Agrarios y de Tierras de la Defensoría. Han muerto 7.000 cabezas de ganado en lo que va de 2014.

Esto último podría tener un impacto cultural muy alto en el pueblo Wayuu. En estas comunidades las mujeres son pedidas en matrimonio a cambio de una dote de chivos. Cada día lo pagado por ellas parece ser menos ya que la reproducción de los animales disminuye porque no tienen suficiente alimento. Se estima que el 10 por ciento de los chivos que había en la región han fallecido por la falta de agua y por ende, de comida.

Inversiones millonarias y campañas

El tema ha obligado a las autoridades a redoblar esfuerzos en distintos frentes. El año pasado, a raíz de las muertes de niños menores de 5 años, la Gobernación de La Guajira implementó el Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional, destinando 37.000 millones, recursos del Sistema General de Regalías.

La historia ya venía mostrando la urgencia en la destinación de recursos para atender específicamente a las comunidades Wayuu de La Guajira. En cuatro años de mandato del exgobernador Jorge Pérez Bernier (2007-2011), se invirtieron 75.433 millones de pesos de regalías en diferentes programas de asistencia alimentaria y recuperación nutricional suscritos con las alcaldías y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), regional La Guajira, en el marco del plan "La Guajira sin Jamusiri" que contempla los Planes de Seguridad Alimentaria y Nutricional de los 15 municipios.

La millonaria inversión del gobierno de Pérez Bernier contrastó entonces con los resultados que arrojaron los indicadores de la situación nutricional en Colombia 2010: La Guajira, para ese entonces, ocupó el tercer puesto en desnutrición crónica 27.90%; después de Amazonas, con el 28.70% y Vaupés, con el 34.70%.

Y el proyecto con el que se pretendía dotar de agua a toda la región, el Plan Departamental de Aguas, también contempló un presupuesto de 288 mil millones de pesos (80 mil millones aportados por el Departamento, que mediante una ordenanza de 2009 pignoró recursos de saneamiento básico durante 18 años; 180 mil millones provenientes de un préstamo al Banco Mundial y 29 mil millones que aportaría La Nación). Las cifras están contenidas en el informe de rendición de cuentas 2012, de la gobernación de Francisco Gómez Cerchar, mandatario hoy detenido en una cárcel.

Este tema motivó múltiples debates en el departamento, porque lo ejecutado hasta ahora es muy poco y no mitiga los graves impactos de la sequía, según lo publica el programa Tras la Pista de los Dineros Públicos, de Consejo de Redacción.

Mucha ha sido la plata que se ha invertido en los últimos 8 años para atender los problemas generados por la sequía y la desnutrición, pero acciones y cifras resultan insuficientes ante la inclemencia de la naturaleza. Y lo peor aún está por llegar, si se tiene en cuenta que la ministra de Ambiente, Luz Helena Sarmiento, aclaró que lo que vive Colombia no es aún el fenómeno de El Niño, y que hay una probabilidad "de más del setenta por ciento" de que este ocurra en los meses de "diciembre, enero, febrero y marzo".

Ante el llamado de urgencia de las comunidades, el presidente Juan Manuel Santos, en su primer día de gobierno, el pasado viernes 8 de agosto, anunció que se perforarán 100 pozos profundos para solucionar la problemática del agua en la Alta Guajira. Y mientras se construyen los pozos llegarán a la zona 110 carrotanques con agua para ir supliendo las necesidades, como solución transitoria.

"Ayudar en medio del Sahara"

"Esto es como si lo lanzaran a uno al Desierto del Sahara a defenderse solo". Así describe Catalina Escobar su tarea de llevar, con su fundación Juan Felipe Escobar, una brigada de salud que le brinde atención urgente a los niños en estado avanzado de desnutrición en La Guajira.

Su campaña, bajo el lema 'Ni uno más', llevará 15 médicos generales, pediatras, enfermeras y nutricionistas quienes, luego de revisar y diagnosticar a los niños y niñas, entregarán a las familias medicamentos y un kit alimentación especial por tres semanas.

La prioridad serán 500 niños y niñas que, según un tamizaje hecho por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, están en estado crítico. Pero si las donaciones de los colombianos lo permiten, buscarán atender a por lo menos 4.500 que presentan algún grado de desnutrición.

"Estamos ante un lugar inhóspito y difícil. Es como mover todo un hospital hacia lugares que están a cuatro horas de diferencia unos de otros. Eso sumado a que no hay luz, comida ni hidratación. Y el tema se dificulta aún más porque dentro de las rancherías hay líderes que deben autorizar si pasamos o no de una ranchería a otra", relata Catalina Escobar.

Su tarea comenzó el jueves de la semana pasada con un recorrido exploratorio para determinar los tres puntos donde concentrarán la atención para los niños que se encuentren en estado de desnutrición crítica. "Una vez terminen las brigadas, entregaré todos los casos, identificados, ubicados, y documentados, al Icbf y al Gobierno, para que continúen el trabajo y generen planes a largo plazo", puntualiza.