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Las claves del éxito empresarial, según Malcom Gladwell

El Tiempo  |  29 de septiembre de 2014 (00:47 h.)
Malcolm Gladwell

Uno de los gurús de negocios más influyentes en el mundo habla sobre los retos económicos del país.

Malcolm Gladwell parece un mosco en leche. Quien lo ve caminando con su camiseta roquera, sus tenis llamativos y su peinado afro (“es mi corte al estilo Pibe Valderrama”), no se imagina que es uno de los autores más reputados en el ámbito de los negocios. El Harvard Business Review, bitácora de cualquier gerente que se respete, lo ubicó entre los 10 pensadores empresariales más influyentes de la actualidad, y la revista Time lo incluyó en su lista de los 100 gurúes más importantes del mundo de los negocios.

Sin duda, se trata de una figura extraña, y no solo porque combina una evidente timidez con una gran amabilidad, sino porque a primera vista parecería que sus logros son ajenos al voraz mundo de los negocios. Gladwell es, ante todo, un gran contador de historias. Su método consiste en devorar decenas de estudios, usarlos para entender cómo funcionan las personas, y contar todo en sus libros para abrir la mente de los demás.

Así nacieron sus trabajos más exitosos. The tipping point (traducido como La clave del éxito), donde analiza grandes cambios sociales desde la perspectiva de la epidemiología, fue declarado uno de los mejores libros de la década pasada en Amazon. Blink (Inteligencia intuitiva), sobre la importancia de las percepciones impulsivas, estuvo en la lista de los mejores libros de negocios de la revista Fast Company. Outliers (Fuera de serie), acerca de los rasgos comunes de las personas sobresalientes, estuvo en el número uno de la lista de los más vendidos en The New York Times durante 11 semanas. Y hace poco llegó a Colombia David y Goliat, su trabajo más reciente, sobre las ventajas de los que tienen una aparente debilidad.

Aparte de su éxito editorial, Gladwell sigue siendo uno de los reporteros estrella de la revista New Yorker y se ha convertido en uno de los conferencistas más demandados alrededor del mundo. Lasemana pasada estuvo en Barranquilla y Bucaramanga, invitado por Expogestión, donde más de 2.000 empresarios oyeron sus charlas.

En el jardín del Country Club de Barranquilla, Gladwell habló sobre temas claves para Colombia, como la innovación, la educación y el proceso de paz, en una conversación que arrancó de manera singular, como todo lo de él: “Me encanta este clima, adoro el calor húmedo…”.

Colombia necesita urgentemente personas innovadoras. Estamos empezando a sufrir el agotamiento del auge minero-energético, y no tenemos industrias innovadoras que jalonen el crecimiento. ¿Cuáles son las claves de la innovación?

Lo primero es que los innovadores tienen una personalidad muy definida. Tienen una mente abierta para cultivar nuevas ideas, son muy disciplinados y no están pendientes de lo que los demás piensen de ellos. Lo segundo es que tienen una gran capacidad para encontrar perspectivas nuevas para entender los problemas viejos. Finalmente, tienen una gran urgencia por hacer las cosas. Steve Jobs no inventó el mouse del computador, pero tan pronto supo que alguien lo estaba desarrollando dijo: “yo quiero eso, pero ya”.

Todo eso suena muy bien, pero son cosas que una persona tiene o no tiene, y no hay mucho que hacer al respecto… ¿O sí?

Eso es precisamente lo interesante: esos rasgos se pueden desarrollar en las personas. Para eso se necesita un entorno estimulante. No hay nada peor que interactuar todo el tiempo con gente que piensa igual a uno: eso mata la innovación. Con contadas excepciones, las culturas emprendedoras e innovadoras no se desarrollan en entornos muy uniformes. Todo el mundo dice que Estados Unidos es uno de los lugares más propicios para el emprendimiento y la innovación, pero lo curioso es que lo es porque ofrece todas las facilidades para que llegue gente de todo el mundo a hacer lo que quiera. Colombia debe preservar y capitalizar su diversidad cultural, y debe hacer todo lo posible por repatriar a la gente que se ha ido a estudiar al exterior para que traiga lo que encontró afuera.

¿Y qué papel juega la educación? En Colombia estamos felices porque la educación va a recibir un presupuesto mayor que la seguridad, pero nuestro sistema educativo anula la creatividad y la diferencia. Nadie cuestiona el anacrónico modelo pedagógico ni la irrelevancia del currículo educativo…

Lo más importante de un sistema educativo es la diversidad. Un país debe tener la mayor variedad posible de modelos pedagógicos. No hay una manera correcta de enseñar, y cada vez que un país trata de imponer un modelo pedagógico y un solo currículo está cometiendo un gran error. Una de las cosas más interesantes que ha pasado en Estados Unidos en los últimos años es la aparición de infinidad de modelos educativos alternativos. Una buena política educativa debe ser muy flexible y apoyar el desarrollo de diversos proyectos educativos. Abrir el modelo educativo a la diversidad es una de las mayores innovaciones que puede haber en el siglo XXI.

Muchos empresarios colombianos creen que el Estado les debe resolver sus problemas de productividad, y hay una tendencia creciente a pedir subsidios. ¿Eso es bueno para el emprendimiento y la innovación?

Andar pidiendo subsidios es el mayor enemigo del emprendimiento. El Estado puede promover la innovación, pero solo si genera un entorno neutral y equilibrado para que la gente desarrolle sus ideas. Un gobierno que favorezca a unas actividades sobre otras está cerrando las puertas a los emprendimientos. Por definición, la innovación lleva a territorios desconocidos, y cuando el Estado trata de orientar la producción hacia un terreno concreto lo que hace es matar las ideas. Por ejemplo, el Estado francés funciona bien en muchos aspectos, pero es un gran enemigo de la innovación porque se chupa toda la energía del sector privado. Yo desconfío de las personas que proponen grandes soluciones públicas, porque un gobierno demasiado fuerte es un gran obstáculo para la innovación.

Si la innovación lleva a terrenos desconocidos, ¿qué papel juega la disposición a tomar riesgos y la tolerancia al fracaso?

Son esenciales. Cuando uno acepta la incertidumbre que conlleva la innovación, tiene que estar dispuesto a fracasar algunas veces. Evitar el fracaso a toda costa es como pegarse un tiro en un pie. Por ejemplo, mucha gente habla del fracaso de los productores de los teléfonos Blackberry. ¿Cuál fracaso? Ellos desarrollaron unos productos fantásticos, generaron grandes innovaciones, llevaron prosperidad a muchísimos trabajadores y, además, jalonaron infinidad de emprendimientos tecnológicos a su alrededor. El verdadero fracaso habría sido no haber hecho nada de eso por temor a fracasar.

El sector empresarial colombiano tiene muchas empresas familiares ancladas en sectores específicos y tiene una gran resistencia a desarrollar nuevas actividades. ¿Usted cree que el empresario moderno debe ser bueno para resolver distintos problemas y no para especializarse solo en una cosa?

Claro que sí. Los países que tienen empresas ancladas en sectores específicos suelen tener malas políticas educativas. Las personas capaces de resolver toda clase de problemas son el resultado de un buen sistema educativo y de una sociedad abierta a la diversidad. Si usted no educa bien a la gente, ¿cómo espera que desarrollen actividades innovadoras?

El agotamiento del auge minero-energético en Colombia está empezando a generar el temor de que el crecimiento económico entre en crisis. ¿Qué piensa de eso?

Hay una frase famosa del economista Paul Romer: “Una crisis es una cosa demasiado terrible como para desperdiciarla”. Un país no sabe de qué es capaz hasta que se ve forzado a adaptarse a una nueva situación. Vea el ejemplo de Irlanda del Norte: dos bandos se mataron durante 40 años, y cuando empezaron un proceso de paz todo el mundo creyó que iba a fallar. Pero subestimaron su capacidad de adaptarse a una nueva realidad. La esperanza de un futuro mejor los hizo parar de matarse. Hoy, la situación no es perfecta, pero es infinitamente mejor que la que tenían antes. Los humanos tenemos un problema esencial: creemos que solo podemos hacer lo que sabemos, pero ignoramos hasta dónde pueden llegar nuestras capacidades. Una persona y una sociedad sólo conocen su verdadero potencial cuando enfrentan una crisis.

Alrededor del proceso de paz entre el gobierno colombiano y las Farc hay una creciente polarización entre los que quieren justicia y los que prefieren la reconciliación. ¿Qué opina de esto a la luz de otras experiencias internacionales?

Cada sociedad debe definir claramente qué es lo que quiere de un proceso de paz. La justicia plena por los crímenes del pasado y la búsqueda de un futuro mejor mediante la reconciliación no siempre son compatibles. Los sudafricanos dijeron un día: “ya basta, dejemos de pensar en el pasado y concentrémonos en el futuro”. Y cada vez que vuelven a revisar el pasado, corren el riesgo de caer en una nueva crisis. Llega un momento en que es imposible moverse hacia adelante si uno sigue mirando hacia atrás. Es una decisión difícil y se requiere un liderazgo inmenso para poder decir: ha llegado la hora de dejar de pensar en nuestros padres y empezar a pensar en nuestros hijos...

MAURICIO REINA