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La Guajira recibió ayuda humanitaria

El Tiempo  |  25 de agosto de 2014 (00:59 h.)
Ayuda Humanitaria

La brigada de salud costó alrededor de mil millones de pesos y logró atender a más de 2.500 niños.

Agustina Epiayú asegura que esta vez, cuando caiga la noche y vuelva a su ranchería, un poco de paz la acompañará por la trocha que la lleva de regreso.

Mira al piso, se queda pensativa y sonríe sola. Allí, en la arena que hierve, justo al lado de sus pies, descansa una caja de cartón con varias latas de leche en polvo, medicamentos, multivitamínicos, galones de agua y cajas para preparar papilla y coladas.

“Es que esta vez vuelvo con algo entre las manos”, explica, mientras sus cuatro hijos, de 9 meses, 3, 5 y 7 años, permanecen en cuclillas, absortos en los artículos que los médicos y enfermeras les entregan.

La mujer, una indígena wayú de manta rosada, llegó en la mañana con sus pequeños hasta el kilómetro 11 de la carretera que de Riohacha conduce a Valledupar. Luego de esperar varias horas, logró que todos sus hijos recibieran atención médica y fueran dotados, según el diagnóstico de cada uno, con un kit nutricional que, de ser suministrado correctamente, les permitirá alcanzar un estado de salud aceptable durante las siguientes dos o tres semanas.

En ese punto se encuentra la escuela de la comunidad indígena jarijimina, cuyos salones, once en total, se transformaron el 22 y 23 de agosto pasados, en un hospital pediátrico que ofreció atención médica a los niños identificados con problemas severos de desnutrición y alto riesgo de morir.

Una labor que, en medio de la crisis de agua y hambre que enfrenta La Guajira, realizó un equipo de 50 médicos, enfermeras y nutricionistas voluntarios convocados a través de la campaña Ni Uno Más de la Fundación Juan Felipe Gómez Escobar, Conexión Colombia, la Patrulla Aérea Colombiana (PAC), Terpel, Avianca y Expreso Brasilia.

“Cómo no aprovechar, si es que esto nunca se había visto por acá. El sol está bravo y el gentío es enorme, pero aquí estoy esperando”, dice Clara Ribeira, de 18 años. En sus brazos carga a una bebé de cuatro meses, que llora inconsolable.

A la bebé, que no ha comido desde que salió de su casa, nunca antes la ha revisado un médico y no le han puesto vacunas. Es evidente que su peso y su talla están muy por debajo de lo normal; tiene un salpullido rojizo en los brazos, y su madre asegura que cuando duerme respira con dificultad.

Cruzada sin precedentes

Familias enteras se apostaron bajo carpas instaladas en ese desierto reverberante: mujeres tejiendo mochilas para hacer soportable la espera, bebés llorando en los brazos de sus hermanos, niños suplicantes por comida.

Dentro, en los salones y carpas que hicieron las veces de consultorio médico, cada caso atendido tuvo su grado de complejidad.

“Las afecciones más frecuentes que encontramos incluyen toda clase de síndromes respiratorios, otitis agudas, dermatomicosis (hongos en la piel) y gastroenteristis”, afirma Jorge Hoyos, médico de la PAC.

Mónica Uribe, una de las nutricionistas de la brigada, sostiene que todos los niños evaluados presentaron deficiencias de micronutrientes, palidez y lesiones en la piel y en el pelo, como el llamado ‘signo de la bandera’, que son los cambios de tonalidades en el color del cabello.

Esta brigada, según cifras de los realizadores, costó alrededor de mil millones de pesos y logró atender a más de 2.500 niños; además se entregaron unas 500 toneladas de medicamentos y ayudas nutricionales.

El siguiente paso será entregar el reporte de los casos más críticos al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), para hacer el seguimiento de cada paciente.