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La verdad detrás de los mitos sobre el Virus del Papiloma Humano

El País  |  31 de agosto de 2014 (04:21 h.)
Vacuna Papiloma

Autoridades están preocupadas por las dudas sobre vacuna que es vital para prevenir enfermedad mortal.

Es martes 26 de agosto y Ana Milena Vargas permanece hospitalizada en una clínica del norte de Cali. A más de 12.000 kilómetros de distancia, en Madrid, España, Alicia Capilla se reúne con la ministra de Sanidad de ese país. Ana Milena y Alicia no se conocen, pero están unidas por la misma angustia: los presuntos efectos secundarios de la vacuna contra el papiloma humano, VPH, un inmunizante para controlar y reducir la incidencia del cáncer de cuello uterino.

Ana Milena, de 13 años, ya no puede caminar. El pasado 5 de junio fue hospitalizada porque empezó a perder la movilidad en su pierna derecha y la sensibilidad en la pierna izquierda. Luego la parálisis se extendió a su abdomen y ahora le llega al pecho. Finalmente fue diagnosticada con mielitis transversa, uno de los daños al sistema nervioso central supuestamente desencadenados por la vacuna. La niña recibió la segunda dosis de VPH en marzo pasado.

Síntomas similares como desmayos, mareos, dolores de cabeza, dolores abdominales, dificultades respiratorias, taquicardias, adormecimiento en brazos y piernas, estado de rigidez en el cuerpo, entre otros, sufrieron el pasado fin de semana 243 niñas en El Carmen de Bolívar, municipio del departamento de Bolívar.

El primer día, 23 de agosto, llegaron 70 a la sala de urgencias del Hospital Nuestra Señora del Carmen de esa localidad. Todas habían recibido la segunda dosis de la VPH. Al día siguiente ya eran 100, 8 fueron trasladadas al Hospital San José, de Bogotá. Allí fueron recluidas junto con dos más de Medellín y otra de Bogotá.

Al final en El Carmen de Bolívar se reportaron 243 niñas afectadas, de 2700 entre los 9 y los 16 años de edad que habían sido vacunadas con VPH. El episodio abrió el debate entre las autoridades de salud, las familias afectadas y la comunidad médica.

Todas las entidades y autoridades de salud en Colombia han defendido la efectividad y la seguridad de la vacuna, ratificando que la VPH tiene el aval de organismos reconocidos en salud pública como la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). De la FDA (Food and Drug Administration) y de la EMA (European Medicines Agency), entes de control y vigilancia de medicamentos en EE.UU. y Europa, respectivamente.

El Ministerio de Salud y Protección Social, que incluyó en el Plan Ampliado de Inmunización, PAI, el Gardasil (Merck) desde agosto de 2012, aclaró que el Comité Consultivo Mundial de Seguridad de Vacunas de la OMS ha hecho cinco revisiones del perfil de seguridad de la VPH: en 2007, dos en 2009, una en junio de 2013 y otra en marzo pasado.

Estos y otros planteamientos se cruzaron con versiones como que las niñas habían estado jugando con la ouija. O la explicación del ministro de Salud, Alejandro Gaviria, que lo atribuyó a la “sugestión”. Una especie de efecto sicológico en cadena: “Mientras más se reporte y se centre la atención mediática en las niñas, podemos seguir ampliando el problema”.

En Cali, el secretario de salud del Municipio, Hugo Suárez, informó que desde 2012 esta dependencia ha aplicado 250.000 dosis de la VPH y solo se conocen tres supuestos eventos adversos. Es decir, 249.997 pacientes vacunadas siguen saludables.

Clínica Materno Infantil Farallones. El médico pediatra e infectólogo, Pío López, destaca que nada ha influenciado tan positivamente para reducir la morbi- mortalidad, como las vacunas. “Ni siquiera los antibióticos”, sentencia.

Más en el caso de la VPH, dice, que busca disminuir los 500.000 casos al año de cáncer de útero y que mata a más del 50 % de mujeres. En Colombia son 6800 casos, de las cuales mueren 3300, según MinSalud.

“En el mundo se han aplicado más de 170 millones de dosis de VPH –dice– y si tuviera efectos adversos, cantidad de personas estarían enfermas, pero no ha ocurrido así”, afirma López. Él la administra a sus pacientes desde 2012 y nunca ha recibido queja alguna. Como cree que ha pasado con las 3 millones de dosis que se han aplicado en Colombia.

López es miembro del Comité Nacional de Prácticas de Inmunización, CNPI –organización sin ánimo de lucro e independiente de los laboratorios farmacéuticos, que analiza y evalúa los estudios de las vacunas para darles su aprobación.

“En el CNPI hicimos una disección de los 6 o 7 casos de supuestos efectos adversos, con distintos especialistas, entre ellos neurólogos infantiles, para establecer si había alguna relación causal entre la vacuna y el cuadro que presentaban las niñas, y no se encontró nada”, sostiene.

López refiere que encontraron dos hermanas con altos niveles de plomo en la sangre, pero se estableció que su padre trabaja con plomo y por eso estaban expuestas a ese mineral. Mineral que la vacuna no contiene.

La VPH contiene micropartículas de la cápsula del virus, pero no del ADN de este. “El virus tiene una cápsula cuyas proteínas lo hacen más inmunogénico; partículas de esa cápsula son las que se ensamblan y se inyectan a la paciente, pero no la contagia”, explica López para aclarar que la VPH no causa la enfermedad.

El especialista sostiene que así como la FDA tiene sección de vigilancia de vacunas, en Colombia está Esavi (comité para detectar Eventos Secundarios Adversos de Vacunación e Inmunización): “Hasta hoy no hay evidencia científica que avale esta correlación entre la VHP y alguna enfermedad.

“Sí hay un síncope (pérdida de conocimiento), cuando se aplica la dosis, por eso recomendamos que la niña permanezca acostada por lo menos 15 minutos después”, añade.

Como también reconoce que la VPH contiene aluminio (0,225 miligramos) un coadyuvante que llevan todas las vacunas para darles más inmunogenicidad.

Julio Calonje, médico caleño, dice que “el Gobierno nos está tratando de decir que las vacunas son benéficas, pero eso no está en discusión. La pregunta que se les está haciendo a los entes de salud es: ¿qué tan segura es la vacuna contra el papiloma humano?”.

Para Calonje, médico cirujano de la Universidad del Valle, la VPH es un virus atenuado inyectable que está produciendo un efecto inmunológico cruzado. “Es decir, los anticuerpos que se crean para reaccionar contra ese virus, terminan atacando sistemas, especialmente el sistema nervioso central”, explica.

El especialista afirma que “en una sola clínica de Cali hay un caso de mielitis transversa, otro de Guillán Barré y tres de artritis reumatoidea, enfermedades que presuntamente desencadena la VPH”.

Calonje, especializado en el Instituto de Medicina Biológica de Baden-Baden, Alemania, sostiene que ninguna vacuna es 100% segura porque muchas van disueltas en vehículos (materiales) dañinos: “Por ejemplo, la vacuna contra la gripa está disuelta en timerosal (merthiolate), que es 49,6 % mercurio, un metal pesado y tóxico en cualquier dosis”.

Y eso puede pasar con el aluminio, un neurotóxico que “tiene una predilección por el cerebro: todo el que entra al organismo, sea por desodorantes, ollas o el agua, se va hacia el sistema nervioso central, es un tóxico del cerebro”, afirma.

En su opinión, se debe estudiar qué tipo de población se va a vacunar con la VPH. “El cáncer de cérvix es una enfermedad que tiene una relación clara con la promiscuidad sexual. Una de las medidas que debe tomar el Ministerio es vacunar al personal que está en alto riesgo de contraer el papiloma y no a una niña de 9 años que ni siquiera está pensando tener relaciones”.

Sin embargo, el médico pediatra Julio César Reina, profesor emérito e investigador de la Universidad del Valle, y el médico ginecólogo, obstetra y oncólogo Juan Pablo Suso, miembro del Instituto Nacional de Cancerología, se ratifican en que llevan recetando la VPH sin ningún incidente adverso. Suso, quien llegó el jueves de un congreso mundial sobre la VPH en Seattle, Estados Unidos, dice que no se ha comprobado ninguna de las enfermedades que se adjudican a la vacuna.

La OMS es contundente en su página web de que ha estudiado todos los casos reportados en cada país y concluye que “las acusaciones de daño provocado por las vacunas con base en evidencia poco convincente, sí pueden causar daños si tienen como resultado el que se dejen de usar vacunas seguras y eficaces”, como la del VPH.