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Google enfrenta con Alphabet el reto de crear un conglomerado eficiente

El Cronista Comercial  |  18 de agosto de 2015 (00:27 h.)
Google

Después de la ingeniería de software y de la ingeniería financiera viene la ingeniería lingüística.

Después de la ingeniería de software y de la ingeniería financiera viene la ingeniería lingüística. La semana pasada Google elevó su capitalización bursátil en u$s 25.000 millones después de reorganizar algunos puestos ejecutivos y modificar su nombre a Alphabet.

¿Quién hubiera pensado que cambiar un par de letras en un juego de Scrabble corporativo tuviera tanto valor?

Todos desprenden que quieren de las letras nuevas. Para Larry Page, el inquieto cofundador de Google, Alphabet significa deshacerse de las preocupaciones de administrar una compañía y convertirse en inventor y capitalista de riesgo de tiempo completo, mientras que Sundar Pichai asume el liderazgo de Google. Para los empleados, el cambio genera la esperanza de que haya opciones de compra de acciones más valiosas. Para Wall Street, quiere decir claridad.

Sólo "rebeldes del buen gobierno" inventarían una estructura con una única junta directiva para Google y Alphabet -el triunvirato fundador de Eric Schmidt, Sergey Brin y Page- sobre los hombros de Pichai y de Ruth Porat como directora financiera de ambas. "Google no es una compañía convencional"', escribieron Brin y Page en su carta de los fundadores de 2004, y estaban en lo cierto.

De cualquier manera, ser convencional no es la mejor manera de construir un negocio innovador o de obtener ganancias. Warren Buffett encabeza una combinación única de conglomerado industrial con fondos de inversión en Berkshire Hathaway, y esto le ha funcionado excelentemente. Buffett llevó a cabo la mayor adquisición de su carrera la semana pasada cuando se alzó con Precision Castparts por u$s 32.000 millones.

Berkshire y Alphabet son diferentes tipos de empresas. Buffett valora el flujo de caja y las marcas maduras; Page prefiere crear cosas. Uno de los propósitos de la reorganización de la semana pasada era demostrar a los inversores que no se está invirtiendo tanto como ellos se temen en proyectos "startup" experimentales, tales como el Proyecto Loon de globos de gran altitud para proporcionar acceso a Internet en áreas remotas.

El hecho de que Page haya calificado a Buffett como un modelo a seguir en lo que se refiere a brindar "capital a largo plazo, de una manera paciente" a una serie de empresas no es simplemente un halago. Él piensa que un grupo multinegocio con una inteligencia rectora en el centro puede vencer a las compañías de un solo sector favoritas entre los inversores. Se puede derrotar el "descuento por conglomerado" que aplica Wall Street.

Pero tiene razón. Los conglomerados pueden sobresalir cuando aprovechan sus ventajas y permanecen disciplinados en lugar de caer presa del deseo de construir un imperio. Su capacidad de formar un equipo de expertos gestores y de escoger los proyectos de inversión adecuados es más poderosa en las industrias que conducen investigación intensiva y que invierten en propiedad intelectual, la cual está dentro del territorio de Alphabet.

Neil Bhattacharya, profesor de la Southern Methodist University en Texas, descubrió en un estudio que las compañías multinegocio conducían sus operaciones de manera más eficiente que las de un solo sector. Estas empresas tenían ventajas particulares en áreas como las de software y ciencias de la vida porque los gerentes podían juzgar, con mayor precisión que los mercados de valores, qué proyectos tenían más probabilidades de tener éxito.

Esto es ilógico, dada la preferencia que tienen los inversores estadounidenses por la sencillez, y a que opinan que los conglomerados son ineficientes. Las valuaciones de los conglomerados públicos de EE.UU. incluyen descuentos de entre el 10% y el 15% en relación con las empresas de un solo sector, según el Boston Consulting Group - aunque el descuento es menor en Europa, y los conglomerados asiáticos a menudo se cotizan a elevados precios.

Las grandes corporaciones siguen siendo presa de la tentación. El Boston Consulting Group descubrió que el descuento de conglomerado se debe en parte al conservadurismo. Estas corporaciones tienden a invertir significativamente en sus negocios originales - los cuales pueden estar estancados o en declive - mientras que infravaloran las nuevas divisiones con mayor potencial. Microsoft, por ejemplo, sufrió las consecuencias de tratar de reforzar su franquicia de Windows.

¿Por qué debieran los inversiones que buscan exposición a nuevas empresas comprar acciones en Alphabet, la cual después canalizará el excedente de caja de Google hacia sus propios fondos de riesgo y de crecimiento, hacia el Proyecto Loon, hacia sus vehículos sin conductor y hacia las ciencias de la vida? Ellos podrían más bien invertir su dinero directamente en un fondo de capital de riesgo. ¿Por qué tomar el camino más largo y menos directo?

Se basa en la confianza. Los inversores también podrían haber comprado antes acciones de Precision Castparts por menos de lo que Berkshire Hathaway pagó la semana pasada, pero no se quejan porque confían en Buffett. Los accionistas de Alphabet deben creer en la capacidad de Page y Brin de utilizar su inteligencia y evitar los obstáculos tradicionales.

A juzgar por el precio de las acciones durante esta semana, los accionistas prefieren un conglomerado llamado Alphabet a una empresa que no había aclarado específicamente lo que era. Por extraño que parezca, se trata de una elección racional.