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César Augusto Niño González

Extremismo judío: razones, sinrazones y respuestas

Profesor de Relaciones Internacionales Universidad Santo Tomás

César Augusto Niño González | 27 de agosto de 2015

Enemigo interno

Los hechos perpetrados por un grupo de extremistas judíos el pasado 31 de julio en la población de Duma responden a la aparición de un nuevo frente de batalla para Israel. 

El Estado judío no solo tiene que lidiar con las tensiones geopolíticas con Irán, con las disputas territoriales y políticas con Palestina y con las convulsiones políticas internas. Ahora Israel se enfrenta a un enemigo interno que ataca con métodos irregulares y cuya identidad se pierde en medio de las incertidumbres geoestratégicas.

Sobre los muros de las calles del pueblo de Duma todavía se pueden leer rótulos con la palabra “venganza”. Estos mensajes son las manifestaciones reales de una sinrazón política y dogmática que resulta de un entramado complejo entre la seguridad, la política, la religión y la convivencia.

Las agencias de seguridad locales ya han logrado algunas capturas a raíz del atentado. No obstante, los responsables pueden ser mucho más que simples delincuentes. Los perpetradores de estos actos se han valido de la violencia para vengar los ataques palestinos. Pero la preocupación israelí es que estos actos también son en contra de la arquitectura del propio Estado.

Los nuevos atacantes no pueden ser catalogados como simples delincuentes o actores de vandalismo, porque estas categorías se refieren a un ataque contra la sana convivencia, mientras que estos hechos son una auténtica amenaza para la seguridad nacional de Israel.

El grupo Hilltop youth, o “juventud de la colina”, al que se le atribuye el reciente ataque, es una organización violenta de adolecentes cuyos integrantes hacen parte de familias religiosas radicales. Su líder, Meier Ettinger, de 23 años y capturado en los últimos días, ha sido sindicado por elaborar planes de desestabilización con fines de derrocar el Estado israelí, y ha llegado a declarar que “es más barato y rápido destruir el Estado que repararlo”.

Pero sus tácticas se perfilan como actos terroristas y no entran en el combate directo con las fuerzas oficiales del Estado.

De razones y sinrazones

Aunque parezca difícil de entender, según la lógica de Ettinger y de su organización, existen razones para actuar de esta manera. La primera es la justificación dogmática, según la cual el grupo tiene una misión específica. Para ellos derrocar el régimen político israelí es un objetivo legítimo en cuando este régimen no se ciñe a los dictados bíblicos para la redención final del pueblo judío.

Para los miembro de la Hilltop youth, los enemigos son cualquier fuerza que no sea judía, sin importar las posibles contradicciones entre judaísmo y democracia, el carácter judío del Estado o la laicidad moderna.

En segundo lugar, en este caso la metodología terrorista es la más eficaz para llamar la atención, para arruinar el presupuesto nacional y para lograr un impacto sensacional, sin provocar bajas dentro de la propia organización.

Además, lo sucedido en los últimos días tiene un trasfondo político importante. El partido Kach, de Meier Kahane (abuelo de Ettinger), fue un ala política radical del sionismo, prohibida por el Estado israelí en 1994 cuando uno de sus miembros destacados, Baruch Goldstein, mató a 29 musulmanes en la Cueva de los Patriarcas en Hebrón.

Israel se amparó entonces en la ley antiterrorista de 1948 para sacar de la arena política a Kach. Por esto, Ettinger y su grupo buscan ahora una reivindicación religiosa, estratégica y política.

Pero la razón medular de los ataques recientes tiene que ver con el objetivo de los colonos de avergonzar al gobierno israelí.

Viejo y nuevo terrorismo

Cuando los líderes políticos opuestos toman el teléfono para dialogar es por una de dos cosas: o hay muy buenas noticias o hay muy serios problemas. En este caso se ha tratado de lo segundo. Según el diario hebreo Yedioth Ahronoth, entre julio y lo corrido de agosto de este año han tenido lugar dos conversaciones telefónicas entre Benjamin Netanyahu y Mahmud Abbas.

La primera, realizada el viernes 17 de julio, tuvo como tema el fin del Ramadán y las intenciones de las partes de llegar a la coexistencia pacífica y a la estabilidad regional. La segunda se adelantó con motivo de la quema de Ali Dawabasheh, de 18 meses de edad, y su familia palestina el pasado 31 de julio. Esta muerte ha abierto una verdadera caja de Pandora en la región.

Después de ella se ha reorientado la atención mundial hacia la cuestión palestina, el extremismo, las exigencias de la seguridad, el factor religioso y la política nacional. Pero en especial se ha abierto una nueva discusión sobre el fenómeno del terrorismo.

El presidente palestino ha decidido valerse del derecho internacional, y en particular de la Corte Penal, para pedir de manera formal una investigación rigurosa sobre la ocupación israelí y sobre los crímenes cometidos por fuerzas oficiales del Estado ocupante.

En su demanda, Abbas mencionó que desde 2004 los colonos israelíes han perpetrado alrededor de 11.000 ataques contra los palestinos y que estos fueron registrados por las autoridades israelíes como actos delincuenciales.

Lo sucedido el 31 de julio logró poner en aprietos a la administración de Netanyahu, quien catalogó los hechos como un acto terrorista. Las fuerzas de seguridad empezaron a actuar bajo este estado de amenaza y ahora ven al grupo extremista como un peligro para la seguridad nacional.

El terrorismo tiene una ventaja para los terroristas y una desventaja para los operadores de seguridad: es un concepto indeterminado, sin consenso universal y abierto a ambigüedades. No obstante, Nethanyahu se ha mostrado pragmático y ha dicho que “el terrorismo es terrorismo”.

Si el primer ministro israelí quiere combatir con éxito esta amenaza interna, no solo debe llamarlos terroristas sino que debe tratarlos como tales. Debe aplicar la misma metodología de detención administrativa usada contra terroristas palestinos, pero esta vez contra los judíos que atacan palestinos e israelíes.

El objetivo de avergonzar a Israel que tenían los ataques se cumplió. El éxito del terrorista consiste en tener suerte una vez, mientras que el Estado necesita tenerla siempre.

@cesarnino4

* Este artículo fue publicado originalmente en razonpublica.com

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