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Hallada en África una gran sima de huesos con una nueva especie humana

El País  |  11 de septiembre de 2015 (00:57 h.)
Homo-naledi

Se buscan expertos o expertas en antropología, delgadas, bajitas y que no tengan claustrofobia.

Se buscan expertos o expertas en antropología, delgadas, bajitas y que no tengan claustrofobia. Este era más o menos el anuncio de trabajo que lanzó hace dos años Lee Berger por las redes sociales. Buscaba gente capaz de meterse por una grieta de 18 centímetros de ancho y sacar a la luz lo que prometía ser un cargamento de fósiles humanos sin igual.

Hoy se han publicado los datos más completos de esa excavación, realizada en la cueva Rising Star, a unos 50 kilómetros de Johannesburgo (Sudáfrica).Los resultados destapan la existencia de una sima con más de 1.500 fósiles humanos entre los que hay al menos 15 individuos. Los autores aseguran que son una nueva especie dentro de nuestro género, que han bautizado comoHomo naledi. Naledi quiere decir estrella en sesotho, una lengua local.

Los descubridores creen que aquellos homínidos fueron depositados allí por sus congéneres, lo que supondría un inesperado comportamiento funerarionunca observado en humanos tan primitivos. Todos los restos se conocen gracias al trabajo de un equipo íntegramente femenino que fue capaz de colarse en la estrecha cámara durante dos expediciones. El conjunto es el yacimiento de fósiles humanos concentrados en un solo lugar más grande de todo África y uno de los mayores del mundo, según sus descubridores.

Probablemente lo más apasionante del hallazgo son las preguntas que deja sin responder. Los descubridores dicen no haber conseguido datar los fósiles ni saben cómo llegaron hasta allí todos esos cadáveres. Para llegar hasta la cámara en la que se hallaron hay que recorrer unos 80 metros de cueva, trepar una pared y escurrirse por una grieta que los investigadores comparan con la boca de un buzón, bromeando solo a medias. Esta ruta, totalmente en tinieblas, es la única que existe hoy y, según los estudios geológicos, la única que existía cuando se depositaron los cadáveres. Por el tamaño de los huesos, estos incluyen infantes, niños, adolescentes, adultos y ancianos. Ninguno tiene marcas de traumatismo por una posible caída a la fosa, ni tampoco signos de haber sido devorados por un animal o por su propia especie, como sí sucede en el único yacimiento comparable: la Sima de los Huesos en Atapuerca (Burgos). Apenas hay rastros de ningún otro animal excepto unos pocos pájaros y ratones. En la cueva no hay marcas de crecidas de agua intensas que podrían haber arrastrado hasta allí los restos. Además aparecen partes de los cuerpos en perfecta articulación. Con todos estos datos en la mano, la única hipótesis que queda en pie es la de que alguien los dejó ahí en varios momentos en el tiempo, dicen los autores del estudio. Un ritual funerario que hasta ahora sólo se atribuía a humanos más modernos y con más cerebro.

“Tenemos casi todos los huesos del cuerpo representados varias veces, lo que hace que Homo naledi sea ya prácticamente el fósil de nuestro linaje que mejor se conoce”, celebra Lee Berger, paleaontropólogo de la Universidad de Witwatersrand, en una nota de prensa difundida por las instituciones que han participado en las excavaciones. Tras el hallazgo, en octubre de 2013, ante un montón de huesos tan complejo, el paleoantropólogo comenzó a seleccionar un nutrido grupo de científicos internacionales, la mayoría de ellos jóvenes, para que le ayudasen en el análisis de cada parte del cuerpo de la nueva especie.

Los huesos estaban solo parcialmente fosilizados y algunos estaban a simple vista sobre el suelo de la cueva. El análisis de los restos y su contexto geológico, publicados hoy en la revista científica de acceso abierto eLIFE, describe una especie que hubiera llamado la atención si la viéramos paseando por la calle, pero que ya no eran simples chimpancés erguidos. Los australopitecos son el género del que la mayoría de expertos piensan que surgió el género Homo, aunque hasta hace muy poco había un vacío total de fósiles que permitiese confirmarlo. Por su morfología, los naledi parecen estar justo en el límite entre ambos grupos. Medían un metro y medio y pesaban unos 45 kilos. Aún no habían comenzado a desarrollar un cerebro grande (500 centímetros cúbicos comparados con los al menos 1.200 centímetros cúbicos de un Homo sapiens), pero ya tenía un cuerpo estilizado y rasgos humanos, como la capacidad para andar erguidos o unos dientes relativamente pequeños. Sus manos tenían ya el pulgar oponible que permite fabricar herramientas de piedra y sus pies eran muy parecidos a los de los humanosmodernos, solo que un poco más planos.