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Maria Eugenia Rinaudo

"No trabajo por salvar el planeta, sino por dejar una mejor generación"

Licenciada en Estudios Ambientales.

Maria Eugenia Rinaudo | 14 de abril de 2015

Cada vez que uno abre un portal de noticias o lee un diario, es notorio darse cuenta que las cosas no andan bien. Existen situaciones que a cualquiera lo harían reflexionar sobre la manera en como estamos viviendo y no lo digo solamente refiriéndome a la conexión hombre-naturaleza, sino a nuestra conexión entre todos los seres vivos. Nos comportamos como si tuviéramos que resaltar -de forma negativa- para que nos “tomen en cuenta”, sin darnos cuenta que estamos haciendo un grave daño a todos quienes nos rodean y todo lo que nos rodea.

Cuando tome la decisión de dedicar mi vida profesional al tema ambiental, pasaron muchas cosas por mi cabeza: ¿estaré haciendo lo correcto?, ¿valdrá la pena?; y por otro lado, algunas personas alrededor de mí, preguntaban: ¿estás loca?, ¿con que vas a vivir?, ¿te vas a dedicar a cuidar “matas y flores”?... A pesar de todas esas interrogantes, tome la decisión de estudiar una de las profesiones que cambiaría mi vida por completo -y ni siquiera lo sabía aun- porque me atraía y me sentía de cierta forma enamorada de eso.

Fueron pasando los años, terminé mi carrera universitaria, tuve diferentes experiencias profesionales: di clases en la universidad, estuve coordinando la dirección ambiental allí mismo, dirigí una organización no gubernamental, trabajé en el sector privado, acompañé de cerca a comunidades y participé en eventos internacionales. He estado involucrada con la investigación, la implementación de estrategias, la institucionalidad, pero también acompañando a las comunidades, ya que ellas generalmente son quienes tienen las respuestas a todo esto. ¡No les puedo contar con una sola palabra cuán enriquecedor ha sido todo esto para mi vida!, ya que empecé a darme cuenta que todo lo que hacía no era por “salvar el planeta”, sino “por dejar mejores personas en el planeta” y eso, es uno de los retos más difíciles que cualquiera puede afrontar.

Haciendo una retrospectiva hacia el pasado, declaro al universo que en mi vida ¡no pude haber hecho otra cosa que lo que estoy haciendo ahora!. He entendido con el paso del tiempo que esta fue una misión de vida en la que debo seguir trabajando hasta el último día en que la Tierra me llame y me convierta parte de ella. Tengo un gran arraigo por todo lo que nos rodea, por la hermosa diversidad -natural y humana- que tenemos, por la bendición de la lluvia, por el verdor de los arboles urbanos, por el canto de las aves por las mañanas… pero, también siento gran preocupación por todos aquellos peligros que están allí, latentes, y que perjudican no solo al entorno sino también al sistema humano.

La Tierra no necesita ser salvada, la Tierra necesita ser comprendida y conservada. El sistema ambiental es -a mi modo de ver-, el sistema más perfecto que puede existir. No existe ninguna ciencia o tecnología capaz de replicar lo hermoso de la resiliencia o lo maravilloso que es observar una flor abrir sus pétalos por primera vez. La respuesta a la crisis ambiental actual es ética, y hasta que la humanidad -políticos principalmente- no entiendan esto, la situación continuará de mal en peor.

Dedicándome a un tema tan “complicado” como lo es el cambio climático, he comprendido que la moralidad ciudadana y social, será la única vía de escape certera que nos podrá hacer reflexionar y cambiar nuestros hábitos. Nada hacemos con que un mínimo grupo de personas practique la Practicas individuales y pequeñas de permacultura o “vida eco” ciertamente son importantísimas y pienso con sinceridad que son personas que se arriesgan a ver más allá y de comprender lo que está pasando y en lo que podremos parar como humanidad, sin embargo esto no solucionará el problema por completo. Necesitamos voluntad política, energética, económica, social, cultural, educacional, comunicativa y pare usted de contar. Ante una grave crisis de colapso mundial, todas las ciencias deben integrarse para comprender de mejor forma el desafío que tenemos que retar.

Como ciudadana de la Tierra, creo firmemente que debemos trabajar integralmente en la incidencia de las participaciones sociales de nuestras comunidades, naciones y regiones, con el fin de comprender y a la vez fomentar cambios -si es necesario- en los aspectos culturales de la humanidad. Si no logramos conectar con nuestro entorno, tal y como lo que somos, una especie “pensante” y élite del planeta, habremos ciertamente perdido la batalla, quedando como la generación que supo y no hizo nada al respecto o que simplemente no le importo.

No pretendo ser alarmista ni mucho menos, pero lo que si aspiro es que los ciudadanos se comprometan con sus ciudades, que los agricultores sean respetados por su oficio, que los ambientalistas sean protegidos, que los científicos no se vendan y que los políticos superen sus propios “miedos” personales y se lancen a la aventura de la ética.

Maria Eugenia Rinaudo
Analista ambiental
@rinaudomariae

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