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Andrés Castañeda

Mandamiento

Andrés Castañeda | 03 de junio de 2015

"Le pregunté a mi hijo: 'Si nosotros los buenos matáramos a todos los malos, ¿quiénes quedaríamos?. 'Los asesinos', me contestó". 

La cita es de Jorge Schubert, actor y escritor argentino, y forma parte de su libro Otro punto de vista. El relato -o cuento, o anécdota o frase: el género depende del juicio el lector- se llama Los buenos y los malos, y es tan sencillo como poderoso porque pone de manifiesto algo que debería ser a estas alturas una verdad absoluta: los buenos, por ser buenos, no tienen derecho a matar a los malos. Porque quizás "los buenos" y "los malos" no existan, o quizás sí, pero saber a quiénes meter en un grupo o en otro siempre va a depender de la perspectiva del observador y más valdría dejar la clasificación a un lado.

Ahora que la paz parece tan distante, tan inalcanzable, y que uno no puede dejar de pensar que esa paz que se negocia en La Habana no es más que una conversación aplazada durante cincuenta y tantos o sesenta y tantos años y no sé cuántos miles muertos -porque nadie sabe, a ciencia cierta, cuántos son nuestros muertos: la guerra se traga hasta las historias- deberíamos olvidarnos del rótulo de buenos y malos, y con éste de la costumbre de contarnos siempre entre los primeros (mucho gusto, Fulanito Pérez de "los buenos") y de entender a los de cualquier otra orilla como "los malos". Porque si los buenos mataran a todos los malos quedarían los asesinos y un país de asesinos es un país que no vale la pena contar.

Para ello bastaría con dictar nuevos mandamientos (que no sean ya "Los mandamientos de la ley de Dios", sino "Los mandamientos para la paz", "Los mandamientos para vivir con el otro", "Los mandamientos para poder morirse de viejo"...) o, mejor aún, para no complicarnos más la existencia, cumplir algunos de los que ya existen, y el que debería estar por encima de todos es "No matarás". Si nos ponemos de acuerdo en no matar, ni siquiera a los que se atrevan a quebrantar el mandamiento, si comprendemos que matar no es un derecho pero no matar es un deber, y que, incluso, tenemos derecho al odio -¿quién lo impediría?- pero no tenemos derecho a la venganza, no vamos a necesitar nunca más un proceso de paz, y talvez tampoco necesitemos 10 mandamientos. Y entonces repetimos: Ojalá, ojalá, ojalá.

Leo una entrevista a la escritora Piedad Bonnett en la más reciente edición de la revista Cromos, y ante la pregunta "¿Qué le falta a Colombia?", ella responde "Respeto por los demás". Se me ocurre que ese podría ser el segundo mandamiento.

Punto aparte. Que en la Fifa repartan sobornos a diestra y siniestra no es nada comparado con los más de 1.400 trabajadores, casi todos inmigrantes, que han muerto en Qatar construyendo las megaobras para el Mundial de 2022.

Andrés Castañeda M.
@acastanedamunoz 

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