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Andrés Castañeda

Plegaria

Andrés Castañeda | 21 de mayo de 2015

Uno termina por elevar una plegaria a Dios, a un dios cualquiera, a todos los dioses, implorando la salvación. Pidiendo que nos libre de lo irremediable, de lo que nadie puede -ni quiere ni ha querido nunca- prevenir. Y ya que nosotros mismos no pudimos hacerlo, uno cierra los ojos y le pide a un dios, o a todos, así no crea en ninguno, que nos salve de una buena vez y, si se puede, para siempre.

Que nos salve, porque allí vienen las elecciones con sus políticos y sus promesas. Que nos salve porque de la nada aparecen los caudillos jurando ser los salvadores capaces refundar la patria, de retomar el rumbo, de sacarnos del desastre que no tendríamos de no ser por ellos. Que nos salve de los salvadores y sus egos. Que nos salve porque vamos a caer en manos de alguno de ellos y vamos a perder.

Que nos libre de la incoherencia, de los partidos que avalan a quienes antes cuestionaban, de la estupidez, de las que creen que "si mi marido me pega es porque yo me lo gano", de los "usted no sabe quién soy yo" y los "no se equivoque conmigo". Que nos libre de los que van buscando votos de tragedia en tragedia, de los que usan el dolor de tantos para ganar adeptos y arengar y gritar y, sobre todo, para mentir.

Y seguimos implorando la salvación. Pedimos que nos salve hasta de la realidad, porque ver las noticias es un acto suicida. Porque los minutos previos a un noticiero son aterradores:

¿Qué insensatez habrá cometido esta vez la guerrilla? ¿Qué barbaridad, sordidez o brutalidad vamos a tener que arrumar con todas nuestras demás tristezas? ¿Cual será la frase paranoica de la derecha para desatar la histeria y sembrar el miedo y la zozobra? ¿Qué otra mentira van a inventarse para hundirnos en el odio y la guerra?

Sí, que por piedad nos salve: que nos salve del país que nos obligaron a vivir, de la resignación de saber que Colombia es un lugar donde el cliente nunca tiene la razón, de la mediocridad de agradecer la desgracia menor y entonces "que no hagan nada pero al menos que no roben", porque cuando no hacen nada también nos roban.

Y así uno no crea en ningún dios, le pide -por si acaso, porque uno nunca sabe- que, si no nos va a librar de todo mal, al menos nos libre del odio y de la venganza y ya veremos. Que nos salve porque al fin y al cabo para eso es dios y para eso lo tenemos ahí. Porque, pese a todo, tenemos la desfachatez de pedirle a otro que haga por nosotros el trabajo que no hemos hecho. Que nos salve, pues, mientras aprendemos a salvarnos.

Punto aparte. El Vaticano reconoció al Estado Palestino y el papa Francisco llamó "ángel de paz" a Mahmud Abbas. Raúl Castro dijo que volvería a rezar si el papa seguía hablando así. A veces hasta provoca decirle 'Pacho' a Francisco, pero jamás dieron ganas de decirle 'Benito' a Benedicto.

Andrés Castañeda M.
@acastanedamunoz

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