No es sorpresa escuchar en los medios de comunicación y, especialmente, de la boca del presidente Santos y de sus plenipotenciarios, las marañas e infames acomodos que sortean para que las FARC transiten libremente por las calles como si no hubiese pasado nada.
Opiniones de
Ronal Flórez
Cuando escribía esta columna de opinión me preguntaba si en Colombia había independencia y más que una independencia: “una sincera libertad” Llegué a la penosa conclusión de que ninguna de las dos nos acompaña.
“Las FARC quieren ir por más: llegarán a los 29 departamentos que les hace falta para hacer terrorismo, Bogotá no se escapa de ésta despreciable realidad. Lo anticipo porque así van las cosas”
“Las FARC nos hallaron la razón a todos los colombianos cuando afirmábamos que, los supuestos diálogos de paz no eran más que un espectáculo oprobioso del gobierno de Santos en la Habana”.
Con la desacreditada gestión de Montealegre como Fiscal General de la Nación el panorama de la justicia presenta un escenario desolador, penoso y trágico.
La semana pasada las FARC nos pasaron la cuenta de cobro a todos los colombianos: el inicio del desminado. Desminado que, Santos, los plenipotenciarios del gobierno y las FARC quisieron presentar con el reiterado penoso discurso de paz, una nueva Colombia y la promesa del fin de una amarga guerra.
Al presidente Santos, se le olvidó que en las ominosas selvas de las FARC aún hay secuestrados, que aquellos valientes soldados se enfrentaron contra los terroristas para defendernos a todos los colombianos en medio de esta desoladora guerra.
Nos queda más que dicho que, en Colombia, mueren a diario los inocentes de una amarga guerra; un melancólico capítulo que por más de quincuagésimos largos años no hemos podido pasar, avanzar ni olvidar.