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David José Valencia

Anhelos de paz, pero no una patria boba

Director Nacional del Partido Conservador

David José Valencia | 20 de noviembre de 2014

Colombia ha sido desangrada por más de 50 años de violencia, que han cobrado no solo la vida de muchos compatriotas, sino los sueños y las esperanzas de varias generaciones. El país ha visto como las supuestas “guerrillas campesinas”, en medio de una acelerada metamorfosis, se convirtieron en notables narcotraficantes y diestros terroristas.

Hoy resulta verdaderamente difícil diferenciar a las FARC de cualquier otro grupo terrorista del mundo, pues todos éstos actúan de manera muy similar, asesinan, delinquen y desestabilizan arropados por una falsa lucha de ideas, tal cual lo hace el ETA o Al Qaeda, de hecho, los crímenes de las FARC son probablemente los mas sanguinarios y crueles que ha conocido el mundo desde la segunda guerra mundial o el régimen del Stalin. Su guerra se ampara bajo las premisas del martillo y la hoz, el comunismo es su credo, pero su actuar efectivo distancia mucho de cualquier circunstancia ideológica o política y la única explicación a años y años de quitar vidas, atentar y narcotraficar, es la ambición desmedida de un grupo de delincuentes que buscan poder y riqueza, sin importar el costo. Por ello el concepto de terroristas no puede ser más justo y preciso para definirlos.

No obstante a los crímenes que ha cometido las FARC, hay que decir que el pueblo colombiano, que en términos generales es un pueblo pacifico, añora la paz, y que incluso estaría dispuesto a entregar concesiones a quienes lo han desangrado con tanta sevicia, estaría dispuesto a perdonar, implementando unos mínimos de justicia. En definitiva Colombia siempre ha estado y esta aun dispuesta a establecer una negociación que acabe con la violencia y el terror.

Sin embargo, a pesar de toda la voluntad de paz de la nación, establecer una negociación seria requiere esencialmente que las dos partes deseen negociar y sobre todo deseen que esa negociación arroje un fruto, y es aquí precisamente donde los procesos con las FARC fracasan, pues sin importar que se encuentran en una negociación donde el Estado a través del gobierno pone toda la voluntad de dialogo en la mesa, y entrega a los terroristas algún estatus para que sea posible la negociación, las FARC arrecian los actos de barbarie, matan mas, atentan mas contra la infraestructura civil, y paralelo al dialogo, montan un espectáculo siniestro de muerte y destrucción.

En el actual proceso de paz que se discute en Cuba; en la llamada mesa de negociación de la Habana, las FARC han pretendido mostrarse como los grandes reivindicadores de la sociedad colombiana, ocultando hábilmente su participación y culpabilidad en las situaciones que aquejan a los colombianos, tal como sucede con el tema agrario, que se ha venido discutiendo en la mesa de la habana, pues cabe recordar que las FARC son los mayores despojadores de tierras de la historia del país, o el tema de las victimas, punto de la agenda que solo tendría razón de ser en la medida que los terroristas reconocieran su responsabilidad, pidieran perdón y se comprometieran a repararlas, o peor aun el tema del narcotráfico, que hace parte de la agenda, y sobre el cual surge una pregunta ¿como es posible que la política anti drogas sea discutida con el mayor cartel mafioso del mundo? Mas aun cuando no se comprometen expresamente a dejar la actividad, a entregar los frutos del negocio, ni a entregar sus rutas y contactos.

El gobierno del presidente Juan Manuel Santos, ha pretendido justificar a las FARC para salvaguardar el proceso, incluso en una gira reciente por Europa abogó en distintas reuniones por la paz, y por devolverles el estatus político internacional a los terroristas. ¡Craso error! Pues esto es desconocer la naturaleza misma de las FARC, y además sacrificar años y esfuerzos que costaron que el mundo las viera en su real dimensión.

Pero la voluntad, o la vanidad, de Santos, veía cualquier sacrificio como necesario para conseguir la tan anhelada paz, no importa cuanto tenga que ceder el Estado, cuanto se tenga que olvidar a las victimas o cuanto tiempo se tenga que hacer el ciego para no molestar a su contra parte y poner en riesgo su proceso de paz.

Desde que arranco la mesa de negociación de la Habana, las FARC han seguido fieles a su naturaleza, no han cesado los ataques contra las poblaciones, no han dejado de secuestrar, ni de reclutar menores, muchos menos han desminado campos o han detenido su actividad mafiosa. Por el contrario entre mas tiempo pasa, y mas comodas se sienten en el proceso, mas arrogantes se tornan en la mesa y mas activas en su accionar terrorista, pensando tal vez, que como el presidente Santos el país se hará bizco para no levantar la mesa de negociación y no acabar con la ilusión de paz.

Así como las sirenas que llevaban a los marinos a naufragar mediante el embrujo de sus cantos, las FARC solo han utilizado el proceso de paz, para buscar un rencauche político, que les permita recuperar su imagen internacional, perdida totalmente luego que el mundo las conociera sin antifaz al terminar los diálogos del Caguán (1998 – 2002), y reacomodar sus comandos que se encontraban aislados y diezmados por el accionar de la fuerza pública y apenas subsistían gracias a la asistencia que recibían de regímenes antidemocráticos vecinos.

De todo esto queda claro que el pueblo de Colombia, esta dispuesto a trabajar por la paz, pero que este anhelo bajo ninguna circunstancia nos habría de conducir hacia una patria boba y sin memoria, y esto lo debe entender el Presidente Juan Manuel Santos.

David Valencia Campo
@davidjosevc

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