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Ataque con ácido, el dolor de las víctimas

Información general de Colombia y del mundo.

El Universo | 10 de abril de 2014

Son muchas las mujeres y hombres que durante los últimos años han sido atacados con diferentes ácidos, los cuales han quedado marcados en sus rostros y cuerpos. Es una muerte en vida la que infringe el atacante a su víctima. A continuación algunos de los casos más visibles de este drama.

Hace 18 años la primera víctima conocida, en Colombia, de este flagelo, es Ginna Potes, una mujer que en dicha época tenía 20 años; fue atacada con ácido en su rostro, principalmente.

Esta mañana en una importante emisora, Ginna contó cómo a lo largo de todo este tiempo ha tenido que someterse a imnumerables cirugías reconstructivas, que como Ella misma lo cuenta, han sido continuar con la tortura del ataque; comentó que en una oportunidad, de una de estas cirugías, le perforaron un pulmón, tuvo que estar en cuidados intensivos; el dolor de su familia al verla llena de tubos por todo su cuerpo, no tiene ningún precedente.

De igual forma dice que su posible agresor, que cree que es alguien muy cercano, la continúa intimidando y amenazando con realizarle un nuevo ataque. Expone que en su caso no se ha seguido un proceso judicial que permita poner tras las rejas a su atacante.

Otro caso que se suma a esta cadena es el de Elizabeth, que fue atacada por su subalterno. Cuenta Elizabeth que una de las personas que tenía a cargo, un hombre, debía firmar una planilla de riesgos por subir a las alturas, este hombre se encontraba muy a disgusto por tener que firmar este documento; Ella le insistió para que lo firmara, el hombre en una oportunidad la baño con agua, y en otra oportunidad tomó un ácido que había y se lo roció.

Esta es una mujer guerrera, cuenta como ha sufrido su drama debido a que el sistema de salud le ha puesto muchos tropiezos para cubrir su tratamiento; primero fue atendida por el Plan Obligatorio de Salud, sin embargo al haber ocurrido este hecho dentro del ámbito de trabajo, debía tratarse como accidente laboral. Expone que luego de una inmensa lucha, se ha catalogado su caso como un accidente laboral y ahora busca que el sistema de riesgos profesionales le tienda la mano.

Frente a su agresor cuenta que hubo un proceso judicial, le dieron 19 meses de pena, de los cuales le descontaron el 50% por allanarse a los cargos, y finalmente no pago ninguna condena, el hombre sigue; por su parte Ella lleva consigo la marca que de por vida le infringió este hombre, el cual es papá, esposo, hermano.

Una de las últimas víctimas en Colombia de esta situación, que puso de cara al país este delito, es Natalia Ponce, mujer que fue atacada con ácido, que actualmente se encuentra recluida en el hospital Simón Bolivar; ha sido sometida ya a varias cirugías, se encuentra en la unidad de cuidados intensivos de este Hospital.

Jonathan Vega, presunto atacante de Natalia, fue capturado el pasado sábado, se ha declarado como esquizofrénico, lo que lo convertiría en inimputable, sin embargo la defensa de Natalia ha pedido al juez que no acoja este argumento. Una de las víctimas fatales de este delito ha sido un hombre que el día de ayer murió en un hospital de Medellín, luego de haber recibido un ataque con un ácido que le cubrió el 90% de su cuerpo.

Otro punto de vista de esta situación lo da la tipificación que tiene en nuestro ordenamiento judicial los ataques con ácidos, ya que son catalogados como lesiones personales, lo que no permite que las penas por este delito sean suficientemente ejemplares.

Nuestro sistema judicial, se está acostumbrando a que los medios de comunicación pongan sobre el tapete las conductas reprochables, para que sean miradas y se tomen medidas al respecto.

La sociedad colombiana está cansada de ver cómo la dignidad de las víctimas de estos casos y de otros casos, son expuestas en los medios de comunicación, violando toda su intimidad y teniendo en muchos casos que ser entrevistados por todos los medios, en medio de su dolor y con “las heridas aún abiertas”.

¿Es la función de los medios de comunicación la de exponer estas historias ante la opinión pública para que las autoridades competentes se vean en la obligación de actuar?

¿A lo largo de estos 18 años que han transcurridos, después del 1er ataque denunciado, la justicia Colombiana ha tomado medidas correctivas que permitan mitigar estos hechos?

¿Con qué acompañamiento médico y psicológico cuentan tanto las víctimas, como sus atacantes? ¿Estamos como sociedad preparados para coexistir con las víctimas de estos ataques, sin llegar a la discriminación por contemplar en sus rostros deformados?

¿Existen programas de reinserción a la sociedad que les devuelvan a estar personas su calidad humana?

Sólo espero que esta alarma encendida no quede en sólo el “bum del momento” y permita que la justicia tome medidas, como lo hizo con el tema de los conductores borrachos, que aunque extremas, ha permitido salvar muchas vidas.

Parece que el miedo a la pérdida a la libertad se ha convertido en la única medida que frena a las personas a actuar en formas indebidas. Diaraca, 10 de abril de 2014.

Diana Ramos, 10 Abril de 2014.

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