El Silencio, puede referirse a la ausencia de sonido, estado en el cual no se escucha nada. Sin embargo, éste puede llegar a convertirse en una de las mejores formas de comunicación entre quienes “las palabras sobran”.

Cada palabra que sale de nuestros labios debe tener una intencionalidad muy precisa para que el mensaje que queremos transmitir sea interpretado de acuerdo al sentido que quisimos exponer y que no se comunique algo queriendo decir otra cosa.

No siempre las palabras expresan de forma adecuada nuestro mensaje, por el contrario; el callar, escuchar con detenimiento lo que el otro quiere transmitirnos nos permite contar con muchas más herramientas para conocerle.

No siempre hablar más, denota expresar de mejor forma nuestros pensamientos.

Un buen comunicador tiene mucho más afinado su sentido de escucha y guardar silencio, que incluso la facultad para expresar oralmente sus ideas.

Una persona que sabe guardar silencio logra capturar en el aire las ideas que los demás exponen, cuenta con más tiempo para discernir; al momento de opinar ha calculado mejor sus argumentos, que casi siempre son contundentes, tanto, que los demás no tienen cómo refutar sus ideas y en la mayoría de las oportunidades sus exposiciones son las más precisas y apreciadas para cada situación.

No siempre es bueno guardar silencio, pero en momentos de controversia en donde todos hablan al tiempo, en que todos “tienen la razón”, nadie escucha y solo aquel que guarda silencio, que sabe escuchar a cada cual sus argumentos, es quien en definitiva logra tomar la mejor decisión y llegar a un acuerdo entre las partes.

Medir las palabras, usar los argumentos correctos, saber qué decir y de qué forma decirlo es un arte que sólo puede adquirirse con experiencia; esa experiencia que sólo nos puede dar las situaciones presentadas, los años, la vida.

Calla cuando las palabras  que van a salir de tu boca no van a trasmitir información que pueda mejorar una situación y si por el contrario van a causar más malestar.

Esta es una invitación a todos, para que aprendamos a guardar silencio, a escuchar las opiniones de los demás, a conocer mejor a la persona con la que compartimos el día, con quien expresamos nuestras ideas.  Habla con mesura, escucha al otro, conócelo.

Es increíble que no se tenga el conocimiento del verdadero poder de la palabra; de cómo con una sola frase se puede animar, entristecer, tocar o trasformar la vida de alguien. Es extraordinario que algo que parece tan simple, que no se ve, pueda lograr cambios, crear ilusiones, es la herramienta más valiosa e importante con la que cuenta un ser humano y sin embargo no se tiene el conocimiento de lo grande y maravilloso que es.

Tomar un minuto más para pensar lo que se va a decir y saber escuchar al otro puede transformar el mundo.