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Ronal Flórez

¿Cómo creer?

Periodista

Ronal Flórez | 27 de abril de 2015

Nos queda más que dicho que, en Colombia, mueren a diario los inocentes de una amarga guerra; un melancólico capítulo que por más de quincuagésimos largos años no hemos podido pasar, avanzar ni olvidar.

En la Habana-Cuba, mora el gran misterio de lo que los plenipotenciarios del Gobierno de Santos discuten con las FARC, de todo aquello que se es acordado y pactado, de lo que es olvidado y jamás mencionado por algún otro medio. Aquél penoso silencio de las FARC construye las acciones inadmisibles de la barbarie: el asesinato a nuestros soldados, el reclutamiento forzoso a nuestros niños, el abuso a nuestros campesinos, el terrorismo implantado a la sociedad y, unos muchos otros que nos dejan con un amargo sin sabor de credibilidad de lo que se negocia.

La semana pasada, Colombia entera se estremecía por la muerte de once soldados en el Cauca, día a día, tal cifra crece en dimensiones colosales. Queridos lectores, 220.000 han sido los muertos que ha dejado la guerra en Colombia tras décadas de conflicto armado. Una cifra considerable que deja en descubierto la amarga realidad de nuestro país.

Si bien es importante el diálogo para llegar al cese de la guerra, lo es aún más concluir con cualquier otra acción que trunque las esperanzas de quienes quieren un país libre, exiliado de la violencia, sin más muertos, sin armas y otros muchos inocentes que pagan la pena del hampa. Es importante vivir en un país en paz, pero no solo con diálogos, sino en salud, en educación, progreso y dignidad humana.

Nos quedamos en los diálogos de una paz secreta, en el ruido del fusil, en las minas quiebra patas, en el collar bomba y en los cilindros explotados por parte de las FARC para querer ganar esta desoladora guerra de nunca acabar.

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