Una noche más, la misma palabra envolvía el partido del Real Madrid: obligación. El deber de conseguir una nueva victoria para así mantener la distancia en el liderato con el FC Barcelona, que además ya había hecho sus deberes en la 25ª jornada de la Liga BBVA venciendo en Granada. Enfrente un rival nada sencillo, más bien una de las revelaciones de la temporada, el Villarreal. Eso sí, con mucho no habitual en el once inicial ya que los de Marcelino se jugarán el miércoles su pase a la final de Copa, precisamente ante el Barça.

Un Madrid que afrontaba el partido evidentemente sin James Rodríguez, aún en proceso de recuperación por lesión, y en el cual Lucas Silva volvía a ser de la partida. Una decisión que vuelve a justificar la escasa confianza de Carlo Ancelotti en Asier Illarramendi. La primera parte evidenció un día más que el conjunto blanco no exhibe su mejor momento en las semanas que corren. Tras un amago de alcanzar dicho nivel hace una semana en Elche, la primera parte ante el Villarreal volvió a ser un ejemplo de ritmo bajo y falta de ideas en el cuadro blanco.

La más clara, de hecho, la tendría el Villarreal. Bale se quedaba colgando rompiendo el fuera de juego y Gerard Moreno gozaría de un uno contra uno ante Casillas. Salió victorioso el guardameta español y Carvajal ayudaría en el posterior rechace ante el tiro de Marcos. La más clara para los de Ancelotti llegaría a balón parado en un cabezazo de Varane que salió rozando el poste. Una primera parte espesa y en la que Bale fue quien se mostró más insistente en ataque. Eso sí, el mejor fue Kroos con sus espectaculares pases en diagonal que provocaron los aplausos del Bernabéu.

Motivante cuanto menos tuvo que ser la charla del técnico italiano al descanso. El comienzo de la segunda mitad vivió otra historia, un Real Madrid más insistente y con mayor presión para lograr el gol. La recompensa llegaría pronto en forma de liberación. Bailly cometía penalti por agarrón sobre Cristiano Ronaldo y el propio futbolista portugués sería el encargado de transformarlo. Un gol que provocó un grito de rabia en el crack de Madeira. Rompía así una racha de 85 días sin ver puerta en un partido de liga en su estadio.

Lejos de llegar la calma tras abrir el marcador, el Real Madrid sufriría la tempestad. Una jugada del Villarreal en la frontal acabaría con un gran disparo de Gerard Moreno que, esta vez sí, batía a Casillas. Los blancos estaban contra las cuerdas a 20 minutos del final y ante la posibilidad de quedar a sólo dos puntos del Barça.

Los nervios atenazaron a los blancos, incapaces de darle la vuelta al partido. Tampoco ayudaron los cambios de Ancelotti, con una sonora pitada de su afición cuando el italiano decidió retirar a Isco del terreno de juego. El arreón final no obtuvo premio y el Madrid se deja dos puntos vitales en la lucha por el campeonato. Pinchazo grave que puede costar caro.

Por: Álvaro Jimenéz, corresponsal Diario El Universo en Madrid. En Twitter @AlvaroJimSeg