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Santos y Zuluaga debaten con Uribe en el retrovisor

BBC Mundo  |  10 de junio de 2014 (00:40 h.)
Zuluaga y Santos

A menos de una semana de los comicios, Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga se enfrentaron en un nuevo debate público.

Y dos días después del anuncio de un nuevo acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, en la mesa de conversación de La Habana –uno de los principales puntos de controversia entre los dos candidatos– muchos pensaban que el tema de la paz terminaría dominando la discusión.

El debate, de hecho, empezó por ahí: con Santos -de la coalición Unidad Nacional- presionando a Zuluaga para que reconociera la existencia de un conflicto interno armado en Colombia y el candidato del Centro Democrático insistiendo en la necesidad de imponerle más condiciones a la guerrilla para así garantizar una "paz sin impunidad".

Pero tanto en este, como en otros temas, la discusión rápidamente terminó por centrarse en un aspecto muy peculiar de la presente campaña: que ambos contendientes fueron en su momento ministros del expresidente Álvaro Uribe.

Aunque el actual mandatario, Juan Manuel Santos, ahora sea el candidato del antiuribismo.

Y los simpatizantes de su antiguo aliado no duden en calificarlo de traidor.

#NiSantosNiZuluaga

Fue Zuluaga el que llevó la discusión por ese camino, al hacerle notar a Santos desde el inicio que en su anterior campaña se había hecho elegir bajo las banderas que ahora lo arropan.

"Usted se hizo elegir con unas ideas y ahora gobierna con otras", acusó el antiguo ministro de Hacienda.

"Si ser traidor es cambiar la cultura del miedo por la cultura de la esperanza, cambiar la cultura del todo vale, de las chuzadas, por el respeto a las instituciones, entonces no me importa que me llamen traidor", llegó eventualmente la réplica de Santos, quien también tuvo a su cargo la cartera de Hacienda y fue ministro de Defensa de su predecesor.

Pero antes de eso Santos dedicó mucho de su tiempo a defender sus actuaciones en el gabinete de Uribe.

Y las coincidencias de fondo en temas como política económica y educación, probablemente tampoco le ayudarán a atraer a los sectores más duros de la izquierda colombiana, los que bajo la consigna #NiSantosNiZuluaga están llamando al voto en blanco o la abstención.

El principal argumento de Santos ante estos grupos es que él si está dispuesto a darle un chance a las actuales conversaciones con las FARC, a la que calificó como "una oportunidad única y tal vez última de lograr la paz".

Porque sus simpatizantes –y no pocos analistas– sostienen que las condiciones que pretende imponer Zuluaga echarían por tierra las pláticas, por ser inaceptables para las FARC.

Aunque durante los debates el candidato del Centro Democrático simplemente se ha hecho eco de los temas que, según las encuestas, más rechazo generan entre la mayoría de los colombianos, como la posibilidad de ver a exguerrilleros en el congreso o que estos no vayan a prisión.

Vehemencia vs. agresividad

Santos, sin embargo, tal vez logró marcar puntos con la izquierda al presentar los ataques y la agresividad de Zuluaga como síntomas de una intolerancia que más adelante pudiera limitar los espacios para el disenso y el ejercicio de la oposición.

Y seguramente en los próximos días veremos cómo un polémico comercial transmitido durante el debate –en el que una actriz confunde, frente a un canasto de naranjas, vehemencia con agresividad–, y una desafortunada frase del candidato del Centro Democrático son referenciados para reafirmar esa impresión.

"Con usted no se puede ser respetuoso", le dijo Zuluaga a Santos en un momento caliente del debate, organizado por Casa Editorial El Tiempo y sin duda el más fluido y dinámico de los celebrados en esta campaña presidencial.

Y en sus palabras de cierre, el mandatario –que como parte de su estrategia pasó buena parte de la noche pidiéndole calma a un contrincante al que calificó repetidas veces de mentiroso– no dejó la oportunidad de presentarlo como una persona agresiva, que "no respeta las diferencias" y llevaría a Colombia de regreso a "la cultura del miedo" por la que culpa a su antecesor.

Muchos colombianos, sin embargo, encontrarán algo de Uribe en el estilo beligerante de Zuluaga.

Y si los resultados y popularidad del antiguo presidente son un indicador, ese no debería ser un obstáculo para llegar a la silla presidencial.

A menos que el antiuribismo en Colombia hoy ya sea menor que el uribismo. Sin duda una de las preguntas que, aunque Uribe no sea candidato, también tendrá respuesta en la próxima elección.