A pesar de que tan solo hace 15 días tuvieron un encuentro en la Casa de Nariño que llevó a pensar que la tensión había bajado, el presidente Juan Manuel Santos y el procurador General, Alejandro Ordóñez, volvieron a chocar duramente este viernes por temas relacionados con el proceso de paz.

Si bien después de esa cita en Palacio han tenido diferencias públicas sobre distintos aspectos de los diálogos de La Habana, e incluso en torno a la crisis por la que atraviesa la Rama Judicial, solo hasta este viernes se presentó un contrapunteo que llevó al Jefe de Estado a exigirle al Procurador que “no haga política” con la paz.

Desde Cartagena, donde clausuró el Congreso Nacional de Municipios, el mandatario rechazó con vehemencia lo que calificó como “mentiras” de distintos sectores en torno a los diálogos con las Farc. Hizo especial énfasis en una declaración del Procurador en la que se declaró “perplejo” por la “exclusión” de los generales en retiro Óscar Naranjo y Jorge Enrique Mora de las negociaciones.

“¿Cuántas veces lo hemos explicado?”, se preguntó molesto el Jefe de Estado, quien recordó que no han dejado de ser parte de la delegación oficial de paz del Gobierno y que, incluso, solo 24 horas atrás lo acompañaron a hacer pedagogía sobre los diálogos en los batallones militares.

“Entonces, ¿cómo sale el Procurador General a declararse perplejo; ¿perplejo? ¡Hágame el favor! Yo sí le pido al Procurador que deje de hacer política, deje de meterse en el proceso de paz, que eso es una responsabilidad mía, del Presidente de la República”, puntualizó el mandatario.

Este nuevo choque, que llegó a un punto álgido, se había venido desarrollando desde hacía varios días, pero hasta el momento el Presidente había sido mesurado en no responder de frente a las críticas de Ordóñez.

La cita entre los dos –en la Casa de Nariño– se dio en la mañana del viernes 13 de marzo y, tras dos horas y media de charla, ambos coincidieron públicamente en que se podía establecer un canal de diálogo directo para aclarar sus diferencias en torno a los diálogos.

De hecho, Ordóñez dijo en ese momento que iba a buscar acercamientos con el senador Álvaro Uribe y su bancada del Centro Democrático para que se sumaran a un debate sobre la paz, tal y como los ha invitado en reiteradas ocasiones el Jefe de Estado.

Sin embargo, pocos días después, cuando estalló el escándalo por posible corrupción que envuelve al magistrado de la Corte Constitucional Jorge Pretelt, el Procurador General criticó al gobierno de Santos por pedir la renuncia del togado, argumentando que eso viola el principio de inocencia de todo ciudadano.

Luego, tras conocerse que la primera Comisión de Aforados –que se encargará de procesar a magistrados de las altas cortes y al Fiscal– será designada por el Presidente de la República, el Jefe del Ministerio Público increpó al Ejecutivo por haber incluido ese tema en la reforma del equilibrio de poderes. Dijo que “eso impide romper el cordón umbilical entre la política y la justicia”.

Pero este viernes, muy temprano, Ordóñez aseguró que la salida de Mora y Naranjo de la mesa de La Habana podría impactar negativamente a la Fuerza Pública, por lo que se declaró “perplejo” ante esa decisión presidencial. Esto fue, en últimas, lo que colmó la paciencia del mandatario y generó la exigencia de que “no se meta en el proceso de paz”.
Claro que Ordóñez, en la noche, salió nuevamente a los medios a decir que constitucionalmente tiene el derecho de “meterse” en el debate en torno a los diálogos y que lo seguirá haciendo.

Incluso, le recordó a Santos que le entregó 45 preguntas sobre el proceso y aseguró que aún no le llegan las respuestas. “Usted, como cualquier otro funcionario, tiene la obligación constitucional y legal de responder”, para que la Procuraduría pueda “ejercer el control sobre el Gobierno”.

Este cruce de declaraciones, que subió de tono, dejó claro que las diferencias entre Ordóñez y Santos aún están lejos de superarse.

De otro lado, el Presidente calificó como “mentiras” lo que publicó Plinio Apuleyo Mendoza en su columna de este viernes en EL TIEMPO, en la que abordó algunos aspectos de los diálogos. Dijo que el periodista dejó de ser “santista” cuando se le canceló un contrato que tenía con el Estado.